3 de mayo de 2011

Capitalismo salvaje

Lo extraño no fue la frenada, el estruendo de la chapa retorciéndose o los gritos de los peatones. Lo extraño no fue que Hernán quedara tendido en el piso, con las piernas fracturadas y la clavícula fuera de lugar. Lo extraño tampoco fue que haya ocurrido un accidente a esa hora de la noche y en esa esquina.

Lo verdaderamente extraño, fue que Hernán murió pensando en que no iba a terminar de pagar el auto, en que no iba a poder ver a Eric Clapton en River, en que no iba a poder estrenar la notebook, en que no iba a poder cobrar la indemnización.

Diego M