28 de abril de 2008

En directo

La ciudad se llenó de humo y decidimos salir a ver que opina la gente de éste particular fenómeno. Señora, dígame que le parece el humo en la ciudad, “me gusta, creo que le da un toque fashion europeo, siento que estoy caminando por Londres” Gracias señora. Seguime Tito, no te quedes corto con el cable. Señor, espere, no se vaya, queríamos preguntarle que opina de éste extraño fenómeno, “que quiere que le diga, la gente se asusta a veces, piensa que esto es algo inédito, pero lo cierto es que en el invierno del 44 hubo una niebla sobre la ciudad mucho más espesa que este humito berreta” Gracias por su opinión, señor. A ver, sigamos por acá, ¿qué le parece, señorita, el fenómeno del humo sobre la ciudad?, “nada, que tengo toda la ropa llena de humo, un asco, nada, tipo que no se puede andar con este olor encima”. Gracias por su opinión. Crucemos Tito, vamos a buscar más opiniones. ¿Tito? ¿dónde te metiste? Parece que el humo avanza y se hace cada vez más espeso. ¡Tito! ¿dónde estás? Después les traeremos más declaraciones, si es que encuentro a mi cameraman. Adelante, estudios centrales.

Diego M

25 de abril de 2008

Conversaciones desayunísticas

Gracias a la charla de Mauricio Kartun

-Pasame la mermelada
-Tomá
-Está todo enchastrado el frasco
-No me dí cuenta
-Me pegoteé todos los dedos. Pasame el rollo de cocina
-Usá la servilleta de tela
-No me gustan las servilletas de tela. Alcanzame el rollo
-¿No te gustan las servilletas de tela? ¿y por qué te sonás los mocos con la sábana a la noche?
-¿Que tiene que ver una cosa con otra?
-Tendrías que usar pañuelitos descartables. No aguanto más que te suenes los mocos con la sábana
-¿Te levantaste mal hoy? ¡Te estoy pidiendo un pedacito de rollo de cocina nada más!
-No aguanto tus pedos en la cama tampoco
-¿La señora perfecta me va a echar en cara todos mis defectos?
-Sí. No aguanto que dejes la ropa tirada cuando llegás del trabajo. No aguanto que dejes el control remoto en cualquier lado. No aguanto...
-¿Qué? ¿Qué más no aguantás?
-Nada
-¡Hablá! se te soltó la lengua, aprovechá para descargarte
-No, basta. Vas a llegar tarde al trabajo. Tomá el café con leche, dale
-¡Pero tengo todas las manos pegoteadas!
-Tomá, ahí tenés el rollo de cocina
-¿Tenés algo más para decirme?
-Sí. Cuando vuelvas comprá carne picada y ravioles para la cena
-Bueno. Me voy, cuidate y que tengas un buen día
-Vos también mi amor, manejá con prudencia
-Nos vemos a la noche

Diego M

17 de abril de 2008

Un día cualquiera

Miró la pc. Miró el reloj en su muñeca izquierda. Miró de nuevo la pc. Miró hacia la pared, buscando una ventana que le dejara ver el cielo celeste, o nublado, que más daba. Miró el reloj de la oficina. Notó que el reloj de su muñeca estaba adelantado un minuto y treinta y cinco segundos con respecto al de la oficina. Volvió a mirar hacia la ventana imaginaria. Y esperó. Faltaban sólo siete horas y cuarenta y nueve minutos para encontrarse con el cielo.

Diego M

15 de abril de 2008

Es lo que hay

Hoy a la mañana estaba en uno de esos momentos en que digo "necesito uno de esos libros que interpretan los sueños" ¿Por qué? porque soñé toda la noche (tal vez sea una expresión un tanto exagerada, pero es para enfatizar el concepto) con que el inodoro de mi casa perdía agua por abajo ¿¿¿??? O sea, se armaba un charco alrededor del inodoro (por si no se entendió)
Si a ésta inquietud le sumamos que tenía ganas de actualizar el blog, le restamos la falta de ideas y le agregamos una pizca de letras, ¿qué tenemos? post nuevo en el blog.
Sí, ya se que preferirían algo más elaborado, pero es lo que hay. Sepan disculpar, la vergüenza la perdí hace rato.

Diego M

11 de abril de 2008

Frágil

El golpe de la puerta al cerrarse le aceleró el pulso. Su mano izquierda secó una gota de transpiración en la frente. Ella era puntual, como siempre.
- Hola mi amor, ¿cómo te fue en el trabajo?
- Para el orto - Claudia tiró la cartera en el sillón bordó. Se arrancó el blazer y encendió la pc.
Un silencio espeso se apoderó de la casa. Germán seguía con su limpieza inútil: pasaba la estúpida franelita por los muebles mientras la miraba de reojo. Claudia comenzó a tipear algo. Hacía rato que el sol se había apagado y las sombras bailaban al otro lado de las cortinas del living. Germán iba de acá para allá, dejaba la franela y agarraba el plumero en una operación que sólo desplazaba la tierra de un lugar a otro.
- Traeme agua – sin dirigirle la mirada le escupió la orden.
El plumero quedó tendido en el rincón y Germán apuró los pasos hacia la cocina, tropezó con una silla en el camino pero el borde de la mesa lo salvó de la caída.
- Cuidado estúpido, no vaya a ser que tenga que comprar una silla nueva por tu culpa – Germán tuvo que agarrar la botella de agua mineral con las dos manos para sacarla de la heladera. Llenó el vaso hasta la mitad, volcando un poco sobre la mesa.
- Acá te lo dejo, mi amor – esbozó una media sonrisa de nervios.
Sólo obtuvo por respuesta el sonido apagado del agua deslizándose por la garganta de Claudia. Fijó su vista en el cuello. Ese cuello que alguna vez había deseado y besado y que ahora estaba envuelto en un collar de oro que él no había podido pagar.
-¿Por qué me mirás? – sintió los ojos ardientes de ella clavándose en los suyos.
- Por nada – la mano de Germán agarró el vaso recién dejado por su esposa. Tenía que ir a la cocina a lavarlo. Pero una fina y maldita capa de transpiración se lo hizo escapar de las manos. Sus nervios se astillaron con cada pedazo de vidrio muerto.
- ¿No ves que sos un inútil? ¿ni siquiera sos capaz de agarrar un vaso? – las patas de la silla rasparon la cerámica, Claudia dió dos pasos y le estampó una cachetada. Germán se dejó caer sobre sus rodillas. No le importaba cortarse, no le importaba ver la sangre huyendo de sus rodillas. Sólo quería tenerla lejos, pero el vidrio se le borroneaba y las manos no eran capaces de agarrar nada.
- Estúpido, inútil, inservible ¿qué más? ¿qué más te puedo decir? Levantá esos vidrios de una buena vez – se miró los pies enfundados en sus zapatos de taco – Si me llego a cortar el pie por tu culpa lo vas a lamentar.
Germán juntaba los pedacitos de vidrio y las palmas dejaban sus huellas en el piso. Las sienes le latían y el estómago se retorcía en una danza negra. Tenía los ojos nublados y la lengua trabada porque no sabía que decirle. Nunca le decía nada. Ni siquiera era capaz de inventar una excusa. Los pedacitos de vidrio se le clavaban ahora debajo de la piel. Piel y sangre piel y sangre. Todo era un amasijo de vidrio, cerámica agua, insultos, lágrimas, piel y sangre y más sangre y más insultos y dolor mucho dolor porque los vidrios le sacaban los pedazos enteros de carne y las palmas se le resbalaban en el charco de sangreagua y Claudia se agachó para pegarle pero él no podía y ella le volvió a dar una cachetada y él lloró y le imploró pero ella seguía y agarró un pedazo de vidrio y se lo enterró. Justo en ese hermoso cuello.

Diego M

8 de abril de 2008

A los golpes


El regulador de mi estado de ánimo no está funcionando como debería. Es que a veces quisiera poder armar una salida con amigos un sábado, y se que lo disfrutaría, pero finalmente prefiero la soledad de mi sillón y alguna película tediosa.
A veces también quisiera no contestarle mal a un compañero de trabajo por algun comentario inocente que me hizo. Tampoco quisiera ponerle mala cara a las preguntas de mi mamá "¿estás bien? ¿fue muy duro? ¿por qué no venís a comer a casa mañana?"
A veces me doy un golpe en el costado izquierdo de la cabeza y el regulador funciona bien por un rato. Debería aprovechar ese momento para llamarte y explicarte todo. Pero no lo hago. Entonces, el maldito se descompone de vuelta, y suena el teléfono y sos vos y estoy frío y no te trato como te merecés.
Por eso quisiera que leas esto y lo sepas. Estoy buscando un mecánico que me repare, no es nada grave, "los reguladores de estados de ánimo vienen fallados últimamente", me dijeron.
Después del último golpe me senté a escribir esto.

Diego M

4 de abril de 2008

Encuestas de la convivencia

¿Sabías que el 61,8% de los hombres casados prefiere comprarse una playstation 3 en vez de aumentar su cuota de sexo conyugal a dos veces por semana? Además, del 38,2% restante de los encuestados, 9,6% dijeron desconocer lo que significaba la expresión "sexo conyugal"

Fuente: Urbanicomius Boludecis Convivencius Consulting Group