27 de julio de 2007

Vicente

Ese día vuelve. Una y otra vez. No el día en que Esteban me dijo que se iba a casar, sino el otro. El de la lluvia.
Ahora Joaco me mira como si yo tuviera que aprobar o desaprobar algo. No sabe que a ésta altura de mi vida me causa cierto fastidio eso. Asentí con la cabeza y se quedó tranquilo. La discusión sigue pero yo no puedo dejar de pensar en las gotas que me recorrían la cara. Se había largado con todo. Traté de meterme debajo de la parada del colectivo pero la gente estaba amontonada. El pelo mojado y la ropa pegada al cuerpo. Faltaban cinco cuadras nada más.
-Podría ser en el bar ese de San Telmo, al que fuimos a fin de año ¿te acordás? – la Negra me miró pero sus ojos rebotaron – Está en trance este boludo – dijo, senalándome a mí y mirándolo a Joaco.
Yo había salido con la remera roja nada más. Llevale esto a la Tía Clelia, me había dicho mi vieja, andá y volvé rapidito, eh. Por eso andaba desabrigado, mi vieja no era de dar consejos meteorológicos. El viento frío me envolvía la cara en lluvia. Mis brazos no me alcanzaban para abrazarme. Cinco cuadras era mucho. Estaba mirando hacia la esquina, temblando. Fue ahí cuando sentí esas manos en mis hombros, las manos de…
-Esteban le está pifiando con esa mina. Carola está por la guita con él – la Negra tiró la bomba. – No pongan esa cara che, no es ninguna novedad.
-¿Y que hacemos? No nos podemos quedar cruzados de brazos, Esteban no haría eso en nuestro lugar – dijo Joaco, dándole la última pitada al Parisiennes.
-¿Qué opinás Vicente?
Me estremecí. Fue el choque de sus manos tibias contra mis hombros helados lo que me sorprendió. La lluvia paró debajo de ese círculo negro. Esteban y su mirada de profundos ojos verdes.
-¡Vicente! – gritó Marisol. Miró a los demás llevándose el dedo índice a la sien y girando la mano, nerviosa.
Sentí algo, las palabras no pueden describirlo aunque me llegó hasta los huesos. Me abrazó y me dijo que me acompañaba hasta mi casa, que cómo iba a salir así a la calle, en el medio de una tormenta. No sé, le dije, pero lo que no sabía era qué decirle. Me apretó más fuerte y no temblé más. Lo miré. ¿Por qué me mirás así, boludo?, apurá el paso así llegamos rápido. Pero yo no quería llegar rápido a mi casa.

Diego Monrroy

23 de julio de 2007

Manifiesto Urbanicómico 4


Este blog y su autor están terminantemente a favor de dormir hasta cualquier hora. Esto incluye, a saber: dormir hasta más allá del mediodía cuando uno trabaja de tarde, dormir hasta más allá del mediodía cuando uno trabaja de mañana (en este caso es aconsejable no hacerlo más de una vez por mes para no perder el empleo), dormir la siesta (un mínimo lógico e indispensable de dos horas diarias). En resumen: dormir todo lo que se pueda, en donde se pueda y hasta la hora que se pueda. Todas éstas variantes son mejores aún si se prueban en compañía de una muchacha/o con igual devoción hacia la cama.

El autor del blog admite ser extremadamente consecuente con la causa. También aplaude a todo aquel artista que use las horas de sueño como inspiración (o descanso) para aplicarlo luego en el proceso creativo.

He dicho.

Diego M

19 de julio de 2007

De refranes y frases hechas 2

Siempre me llamaron la atención los refranes y las frases hechas. Hace un tiempo decidí ponerme a analizar en forma profunda estos enigmas de nuestra lengua. Ya hay una primera parte disponible en Cruzagramas
Aquí va la segunda entrega:

-“Dura menos que la manteca en la nariz del perro”: otra buena frase a la cual no le encuentro bien el sentido. ¿A los perros les gusta mucho la manteca?, ¿por qué la manteca dura poco en su nariz? ¿se la come o se le derrite? Creo fervientemente que cualquier cosa comestible que uno ponga en la nariz del perro va a durar poco, si es que dicho animal tiene hambre. ¿Por qué la manteca, entonces? Pienso en otra frase que me puede ayudar a develar el misterio: “tirar manteca al techo”, ésta frase se utiliza cuando uno está pasando por un buen momento. Creo que se podría tirar cualquier cosa al techo, no veo por qué debería ser manteca. Además, restaría saber si la manteca se tira en forma de pan o se tira en forma líquida, después de haber sido calentada en una plancha. Cualquiera de las dos opciones es peligrosa, debido al poder resbaloso de la manteca, la cual, al tirarla hacia el techo y caer debido a la acción de la gravedad, podría generar un accidente doméstico. Dedicando gran cantidad de horas a éste enigma, caí en la cuenta de que es muy posible que en la antigüedad la manteca haya sido un artículo muy costoso, por lo cual “tirar manteca al techo” era un acto sólo reservado para gente de un gran poder adquisitivo. Es muy probable que las dos frases que estamos analizando provengan de la misma época, eso explica que lo colocado en la nariz del perro sea manteca y no cualquier otro alimento.

Diego Monrroy

16 de julio de 2007

Quisiera...

poder escribir una novela
vivir en un mundo sin violencia
hacer mudas las bocinas de los autos
tener más tiempo para mis amigos
no tener que levantarme temprano tan seguido
darme una vuelta por el sistema solar
ser feliz, siempre
comer un chocolate cadbury (pero ahora, ya!)
un montón de cosas más que ahora no me acuerdo (pero después sí)

¿Y vos?

13 de julio de 2007

13


Dicen que el 13 es yeta. Es más, dicen que el martes 13 "no te cases, ni te embarques", y que se yo cuantas cosas más. Será que vos y yo somos la excepción a la regla. Porque ese martes 13 de febrero bajaste de un buquebus, envuelta en una remera roja escotada y en un bronceado exquisito. Y yo estaba ahí, esperandote después de arder diez días en éste lado del charco. Y hubo besos, abrazos, sueños, realidades, orgasmos y más besos y más abrazos. Y también hubo cafés con leches, mañanas envueltas en rayos, sonrisas de ojitos achinados, películas en el sillón, películas en el cine, muchas cenas, caminatas por Santa Fé, caminatas por Tandil, manos entrelazadas con cuerpos, lenguas entrelazadas con bocas.

Ese martes 13 de febrero yo no sabía que estaba esperando a la mujer de mi vida. Cinco meses después ya lo sé.

Diego Monrroy

10 de julio de 2007

6 de julio de 2007

Manifiesto Urbanicómico 3


Este blog y su autor están terminantemente en contra de todos los aparatos eléctricos y/o electrónicos que cumplen más de una función, a saber: celulares que filman, sacan fotos, reproducen mp3 y cocinan; reproductores de dvd que pasan música, películas piratas, películas legales y mudas; lavarropas que lavan, secan, centrifugan, planchan y ajustan el nudo de la corbata; estrocalarios con mil funciones y varios etcéteras más.

El autor del blog manifiesta ser consecuente con la causa, ya que posee un celular que sólo realiza llamados y manda mensajes de texto y un dvd que sólo pasa películas. Y que no posee ningun tipo de lavarropas automático ni estrocalario.

He dicho.

Diego M

2 de julio de 2007

Charlas de café

Un amigo me repetía cada vez que nos sentábamos a charlar: “la vida es muy frágil. A veces no me puedo ni levantar de la cama pensando en que cada paso que doy, cada acción, puede ser la última. Imaginate si te resbalás bañándote, o si te distraés antes de cruzar la calle, o si alguien se te acerca con un cuchillo, o, simplemente, tu corazón deja de latir sin ningún motivo. Cuando pienso en todo este asunto de la fragilidad de la vida me paralizo” Y yo le decía que no podía vivir pensando así, que la vida era una sola y que él era un persona sana. Que, encima, él era un tipo tan obsesivo que revisaba tres veces la llave del gas antes de salir de su casa. Además, miraba para ambos lados de la calle dos veces antes de cruzar, aunque ésta pérdida de tiempo lo hiciera llegar tarde a todos lados.
Yo lo hacía porque sí, porque no podía verlo en esos momentos con la mirada apuntando a sus cordones, con los ojos nublados y la voz temblorosa. Pobre Osvaldo, pensaba. Ahora él sigue allá. Cuando levanta la cara de ojos inundados, yo le hablo. Sé que me está buscando. Pero no me puede escuchar.

Diego Monrroy